Hace tiempo que un gran amigo me contagió su amor por Dios y su amor por el arte de la expresión. Cantar con él me ayudaba a comprender cómo es el corazón de Dios: acogedor y cercano. La imagen de Dios que me presenta siempre este amigo, es de alguien sencillo y humano, no sólo divino. Tal vez por eso, no siempre somos muy hábiles en conectarnos con Dios: lo imaginamos complicado y súper misterioso, cuando en realidad somos nosotros quienes nos complicamos en nuestros propios misterios.
Esta canción que hoy te comparto y que he cantado muchas veces con él, me recuerda el «caminito» de la «infancia espiritual» de santa Teresa del Niño Jesús, una sencilla teología de la confianza, una espiritualidad de gratuidad de un alma llena del amor de Dios.
En todo esto pienso hoy.
Toda la vida es una constante búsqueda de Dios...Sin embargo,es en las pequeñas cosas donde se manifiesta con mayor claridad.No esperemos cosas maravillosas ni portentos,sepamos contentarnos con la sencillez del milagro de cada día.
ResponderEliminarBendiciones.